Un edificio emblemático, elegido por concurso de ideas, pagado con capital íntegramente público y adaptado a los usos propios del siglo XXI. Eso es lo que el gobierno municipal va a anunciar en consonancia con la postura mayoritaria de la oposición. La realidad del Mercado Norte es dura. A pesar de su extraordinaria ubicación, los comerciantes están comprobando cómo caen las persianas y la clientela merma. De lo contrario, no plantearían pagar de su propio bolsillo una reunificación en la misma planta de los puestos que quedan activos para evitar la sensación de vacío que se va creando paulatinamente.