La peor pesadilla

J.C.M.
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La derrota ante el Unionistas ha condenado al Burgos a luchar por la permanencia y vivir una temporada similar a la 2016-2017, cuando se salvó de descender a Tercera en un dramático play out con el Linares andaluz

Ha vuelto a ocurrir. El Burgos CF se ha condenado a luchar por la permanencia en Segunda División B tras el nefasto inicio de temporada. La durísima derrota ante el Unionistas ha dejado hundido al equipo en la clasificación, con 10 puntos y la salvación a cinco puntos. Los números son claros. Tiene 10 puntos, uno más que hace dos años, cuando Manix Mandiola llegó para rescatar a un equipo burgalés lanzado hacia la Tercera División. Y fue Mandiola el que lideró la reacción, a base de mucho trabajo. Incomprensiblemente lo echaron a falta de dos jornadas, cuando sumaba 42 puntos, y acabó la Liga teniendo que disputar el play out, aquella dramática eliminatoria contra el Linares andaluz.

El sueño de un equipo ganador y aspirante a play off se ha difuminado en 13 semanas, 13 jornadas en las que el Burgos ha tocado fondo. De poco ha servido, de momento, el cambio de entrenador. El ‘efecto Estévez’ no ha dado resultado, con dos puntos en cuatro jornadas. Ahora toca cambiar radicalmente el chip y buscar puntos como sea para ir saliendo del pozo de la clasificación.

El primer objetivo, a medio plazo, es remontar el vuelo antes del final de la primera vuelta, con seis partidos por disputar. Y a largo plazo están esos 45-46 puntos que prácticamente te garantizan la salvación. Esa es la única meta y para ello los cambios en el Burgos deben ser radicales.

Las comparaciones con aquella temporada 2016-2017 son inevitables, aunque también son muchas las diferencias, sobre todo en la teórica calidad de la plantilla. Manix Mandiola se encontró un equipo roto, sobre todo defensivamente, que había encajado 11 goles en seis jornadas y solo había marcado cinco. El técnico vasco pronto dio con la tecla. Cogió al equipo con un solo punto en seis jornadas y acabó la primera vuelta con 17. A partir de ahí, las llegadas de Odei y Chevi en el mercado de invierno potenciaron la plantilla y con todo el sufrimiento del mundo se acabó logrando la permanencia.

Y este infierno lo vivieron en primera persona los actuales gestores del Burgos, que tomaron el mando en diciembre de 2016, cuando ganaron las elecciones. En su campaña hablaron de hacer una plantilla poderosa para luchar por el ascenso en dos o tres años. En el primero ese sueño duró hasta navidades y acabó con la destitución de Patxi Salinas. Y  el segundo ya se ha cobrado la primera víctima, José Manuel Mateo, y tendrá que ser Fernando Estévez el que lidere la lucha por la permanencia.