No había ningún interés oculto en lo que el científico del monasterio benedictino decía; tan solo demostraba ¡hace 233 años! lo que cualquier nutricionista del siglo XXI no se cansa de repetir: la importancia de una alimentación sana y natural y la necesidad de reducir la ingesta de azúcar, que en la actualidad está presente en casi cualquier producto elaborado que nos llevamos a la boca.