El turismo del vino suma adeptos

SPC / Valladolid
-

Los visitantes a bodegas en Castilla y León crecen un 0,95 por ciento en 2015, hasta 325.000, a pesar del pinchazo en Ribera del Duero

La gran y variada bodega de la Comunidad gana cada día nuevos adeptos, tanto en el consumo de los caldos con D.O. regionales, como a la hora de recibir visitantes al demandado enoturismo. Una situación que se extrae del el informe anual de Acevin que sostiene que los visitantes a bodegas y museos del vino de Castilla y León crecieron un 0,95 por ciento en 2015, hasta totalizar 324.949 personas, unas 3.000 más que en 2014. Todo ello a pesar del descenso registrado por la Ruta del Vino de Ribera del Duero de un 6,4 por ciento, con 20.000 menos. Sin embargo, con 269.909 enoturistas se mantiene como la tercera más demandada de España, sólo tras el Penedés (464.825) y Marco de Jerez (449.326). El pasado año se estrenó entre las rutas certificadas la del Vino de Cigales, con casi 4.931 personas, que se suma a Rueda y Bierzo, que contabilizaron 26.896 y 23.213, respectivamente. En el caso de la cuna del verdejo se elevan un 18,3 por ciento, con 4.000 más; mientras que en el caso del territorio de la mencía el número de visitantes se dobló, con 12.000 más, informa Ical.
Acevin concluyó que 2015 ha sido un año «positivo» para las rutas del vino de España y que ha continuado la tendencia de crecimiento de enoturistas en las bodegas y museos del vino. Ribera del Duero, Rioja Alta y Rioja Alavesa, destinos de interior en los que el vino constituye uno de sus principales atractivos turísticos, se sitúan a la cabeza del turismo del vino en España, «capaces de generar importantes flujos turísticos y una importante economía enoturística en su territorio de influencia». Otras Rutas como Bierzo, Empordá, Bullas, Montilla-Moriles y Ronda, aunque con cifras de visitantes más modestas, ofrecen sin embargo datos muy positivos de crecimiento en este último año que superan el 30 por ciento de incremento con respecto al anterior.
 
Otoño y primavera. Los meses de otoño (octubre y septiembre) y primavera (mayo y abril) se reafirman como los más proclives al turismo del vino en España. Si bien, es especialmente destacable el incremento generalizado de enoturistas registrado en todos meses del año, principalmente en el periodo estival. El enoturismo también se convierte en un complemento perfecto durante las vacaciones. Únicamente en enero se registran cifras por debajo de los 100.000 visitantes. El impacto económico del enoturismo en bodegas y museos del vino es superior a los 49 millones de euros.