Sin la urgencia de las víctimas de Génova

P.C.P.
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Continúa la demolición manual de parte del tablero del viaducto sobre el Arlanzón del AVE, tras asfaltar un desvío de 2,7 kilómetros para no dejar incomunicado Frandovínez

Imposible mirar lo que queda del viaducto de Frandovínez con los mismos ojos. Después del 14 de agosto, esa amalgama de ferralla y hormigón en la que se ha convertido la malograda estructura recuerda demasiado a los primeros planos del rescate de las víctimas del puente Morandi de Génova.

La historia de estas dos infraestructuras coincidió únicamente ese día para alejarse después. A ritmo vertiginoso por la posibilidad de encontrar aún supervivientes se realiza el rescate en Italia, en paralelo a la investigación y al debate sobre las responsabilidades de la tragedia. Sin esa urgencia, con la seguridad por bandera y un pleito millonario en ciernes cae el penúltimo escollo para la llegada de la alta velocidad a Burgos.

El viaducto de Génova es una estructura de hormigón armado precomprimido mantenida por unos tirantes de acero recubiertos de hormigón. El de Frandovínez carece de tirantes y es de hormigón pretensado. Su longitud total, 180 metros, equivale aproximadamente a la parte que se vino abajo del  italiano, que mide 6 veces más y está suspendido a 90 metros de altura.

No existen pues, muchos puntos en común, aunque en ambos casos las dudas sobre su seguridad comenzaron hace años. En Burgos, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias detectó a pie de obra, «en los distintos controles de seguimiento que realiza para garantizar la seguridad», «deficiencias» que, tras diversos controles, pruebas de carga e informes, el último en mayo de 2017, le llevaron a concluir en noviembre que la vida útil del viaducto (que en este tipo de estructuras debe llegar a los 100 años) estaba seriamente comprometida y que solo «su demolición y reconstrucción», operación estimada en 2,91 millones de euros, garantizaría «la seguridad y funcionalidad» durante ese periodo.

Oficialmente, el derribo comenzó el 2 de mayo, aunque en los días previos se realizaron labores para instalar una enorme grúa de hormigón con la que se cortaron y retiraron las enormes losas del vano central sobre el Arlanzón -también el de mayor longitud- para evitar que cayesen materiales al río.

Finalizada esa tarea, hace ya más de un mes, la grúa se retiró y se preparó el desvío para evitar que Frandovínez quedara aislado. Ha sido necesario asfaltar un camino de 2,7 kilómetros antes de proceder a la demolición manual del vano 1, el más cercano a Estépar, que cruza sobre la carretera BU-V-4045. En la actualidad, sobre el puente trabaja una máquina con martillo hidráulico que pica el tablero aún en pie, hasta agujerear el suelo de la estructura.Posteriormente, otra retroexcavadora ‘corta’ la ferralla y la arroja a ambos lados del viaducto. El posterior corte de la armadura harán que colapse, como ocurrió con la parte más próxima a Buniel. Serán necesarios pues unos días más para concluir esta labor, por lo que los  2 meses estimados para demoler el viaducto se convertirán en 4. A partir de septiembre debe comenzar la reconstrucción, con un plazo inicial estimado de 90 días.