Podría parecer que el futuro de la AP-1 es un problema 'sólo' de los burgaleses pero también es un asunto mayúsculo para Fomento, dirigido por Íñigo de la Serna, una patata caliente que amenaza con provocar quemaduras de tercer grado. Y también para los representantes políticos de esta provincia, que velan armas ante lo que debería ser un anuncio inminente sobre el futuro de las autopistas de pago