Corazón tras grandes cabezas

B. Antón
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La Asociación de Gigantes y Cabezudos mantiene esta costumbre y aumenta el número de figuras año tras año

Son los personajes más carismáticos de las fiestas de Aranda, los que los más pequeños están deseando que aparezcan. Una tradición, la de los gigantes y cabezudos, que se ha mantenido muy viva en la capital de la Ribera y cuya familia no para de crecer, en parte, gracias a la labor de la Asociación de Gigantes y Cabezudos que hace diez años fundó Santiago Bustillo, actual presidente, junto a otras personas que llevaban vinculadas con estas figuras desde hace muchos años. 

En la actualidad cuentan con 45 personajes. «Unos son propiedad de la asociación y otros del Ayuntamiento, con el que firmamos un convenio cuando se fundó la asociación. Ellos nos los ceden y compartimos los gastos de lavandería y reparación. El gasto de los que son de nuestra propiedad corre íntegro a cargo de la asociación», relata Bustillo, que recuerda que antes el Ayuntamiento contrataba a gente en paro para que luciera estos cabezudos durante las fiestas.

Desde 2008 son los miembros de este colectivo, unas veinticinco personas, las que se encargan de hacerles desfilar durante el sábado en el cañonazo, el lunes, el martes, y el último fin de semana. «Es una tradición muy bonita que en Aranda se está respetando muy bien. Lo más gratificante es ver la cara que ponen las personas cuando te ven pasar, como te miran los niños», destaca Bustillo, que desde los 14 años está metido en este mundillo. «Mis hermanos mayores lo hacían, luego empecé yo, y después me han seguido mi hermano pequeño y mi hijo. También tengo en Aguilar de Campoo cuatro sobrinos que participan de esta tradición», relata el presidente, que lamenta que ahora se esté perdiendo la picaresca de azotar que tenían tradicionalmente algunos de los personajes, como el chino o el demonio, mientras otros, como el Alforjillas y el Manuel, homenajes a personas ilustres de la comarca y ya fallecidos, tienen una imagen más amable. 

Los gigantes y cabezudos no solo salen en fiestas patronales de Aranda, también desfilan en carnavales, en las fiestas de los barrios y en otros pueblos desde donde les llaman. «También vamos a concentraciones como una que hay en Zamora o en Lisboa, donde estuvimos una vez representando a Aranda», comenta Bustillo, que recuerda que a finales de año se revisan todas las piezas y se reparan aquellas que hacen falta, de lo que se encarga desde hace más de dos décadas Marichu. También se lavan aquellas telas que lo necesitan. «En febrero, para carnavales, tienen que estar de nuevo listas, que es cuando comenzamos el año de desfiles», señala Bustillo, que anima a que las peñas u otras organizaciones se lancen a crear un cabezudo, algo que puede costar desde los 500 a los 3.000 euros o más.