El local estaba dotado y acondicionado de la instrumentación y maquinaria profesional necesaria (herramientas manuales y eléctricas, elevador mecánico o una garrafa con restos de aceite usado) que ponían de manifiesto que se realizaban trabajos compatibles con los de un taller profesional. El responsable no pudo presentar ninguna documentación que acreditara la lícita actividad.