Se presentó como «una imagen divertida, moderna y en continua evolución». Iba a tener primero una difusión local para después dar un salto nacional e internacional. Se alejaba del frío, de la Catedral, de la morcilla y del Cid para condensarse en algo tan sencillo como una letra 'B' con ojos y boca y un lema tan pegadizo como 'Sonríe, es Burgos'. Pero de aquella marca de ciudad queda muy poco.