Es año de resucitar y, cumplido ese objetivo, lo demás puede parecer secundario. Al menos por ahora. Pero si la resurrección se hace a golpe de talonario, quizás proceda analizar el rendimiento del dinero público porque la cruda realidad es que Burgos vuelve a perder la mano con el resto de aeropuertos de la región. La operativa estival, reducida a tres conexiones semanales con Barcelona, se antoja pírrica en comparación con las terminales castellano y leonesas, y muy especialmente con León y Valladolid.Más en la edición impresa o aquí.