Comer moderadamente en público, pero atracarse en privado; comer a escondidas por la noche o en el coche; no poder resistirse ante productos podridos, congelados o quemados; o, simplemente, no poder parar de picar durante todo el día. Esos son algunos de los síntomas de la compulsión por la comida, una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud desde 2009 pero aún de prevalencia