Adónde irán los bancos, que no usamos, que tiramos. Adónde va ese columpio si no llegas nunca a disfrutarlo. Dónde irán tantas cosas con las que jugamos un verano, paseando por la Quinta prometimos no olvidarnos. Pero no hemos cumplido nuestra promesa y ahí están, literalmente tirados y amontonados en una especie de cementerio de los parques municipales, tanto de recreo como de ocio infantil.