Castilla y León sigue ganando en competitividad pero su avance cada vez se debilita más y su progreso pierde fuelle. El informe de la Competitividad Regional en España 2018, presentado ayer por elConsejoGeneral de Economistas, avisa de que durante el pasado año la Comunidad alcanzó un nivel competitivo «medio-bajo», y alertan que su crecimiento fue «débil» por culpa del entorno institucional y la falta de innovación autonómica.Es decir, los economistas acusan tanto al déficit y la deuda pública de Castilla y León, como a la falta de investigadores y gasto enI+D, de que la región se esté quedando atrás del avance nacional.  Además, en el citado estudio, que toma como nota 53 variables o indicadores estructurados en torno a siete ejes, se muestra como el resto de ejes de la Comunidad (entorno económico, capital humano, mercado de trabajo, infraestructuras básicas y entorno empresarial) mejoraron respecto al año anterior, aunque con una intensidad menor que la media nacional.

De estos, el estudio ubica al entorno económico, aquel que mide términos como PIB per cápita, tasa de ocupación o inversión extranjera, y la eficiencia empresarial, que hace lo propio con empresas con más de 100 trabajadores, dinamismo emprendedor o productividad, como las variables más retrasadas dentro, ocupando los puestos 10 y 13 de 17 a nivel estatal.

Sin embargo, y a pesar de estos avisos del CGE, lo cierto es que Castilla y León se sitúa como la séptima más competitiva de España, solo superada por grandes polos industriales como Madrid, PaísVasco,Navarra, Cataluña, Aragón y  La Rioja.

Las variables que contribuyeron más positivamente al avance de la competitividad fueron la variación del PIB real y PIB por habitante; tasa de paro; nivel formativo alto; desigualdad;stock de capital y tráfico de mercancías; mujeres empleadoras; patentes concedidas; viviendas con conexión a Internet.