Los positivos por droga al volante se disparan un 28%

I. ELICES
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El jefe provincial de Tráfico, Raúl Galán, reconoce que el porcentaje es «extremadamente alto». Y es que el número de pruebas en 2018 solo ha crecido en un 4,7% respecto a 2017

Los positivos por droga al volante se disparan un 28% - Foto: Alberto Rodrigo

«Tenemos un problema con las drogas». La frase es del jefe Provincial de Tráfico, Raúl Galán, y si lo dice, por algo será. Resulta lógico que esté alarmado pues los datos no hacen sino avalar su preocupación. Durante lo que va de año, y todavía no ha concluido, las denuncias por conducir bajo los efectos de sustancias estupefacientes se han disparado un 28,3% sobre las del pasado ejercicio. Y queda diciembre por contabilizar. En los primeros 11 meses de 2018 los agentes del Subsector de Tráfico de la Guardia Civil han puesto 689 multas, por las 537 de todo 2017. La diferencia es más llamativa aún si se tiene en cuenta que el número de pruebas efectuadas ha crecido pero, ni mucho menos, en la misma proporción. En lo que va de anualidad los efectivos de la Benemérita han llevado a cabo 2.046 tests, un 4,7% más que en el ejercicio precedente.

Por tanto, Galán tiene motivos para inquietarse, «pues detrás de muchos accidentes están los porros o la cocaína», advierte. Además, «no existe un perfil de conductor que va drogado, no hay un patrón de edad o de estrato social, se da entre toda la ciudadanía». Y, «lo que es más grave», los «conductores profesionales también consumen». Y recuerda que en Castilla y León han sido sorprendidos chóferes de transporte escolar y de ambulancias bajo los efectos de sustancias estupefacientes. «Y eso no puede ser», indica, para avisar de que la receta contra este fenómeno ha de ser una mezcla de «formación, información, prevención y sanción».

Y las sanciones crecen, es verdad, pero no tanto como el jefe provincial de Tráfico desearía. Y es que    los sistemas de detección de drogas a conductores no están tan desarrollados ni evolucionados como los de alcoholemia, por lo que el número de tests de drogas que se hacen en un año no se acerca ni por asomo a los que se llevan a cabo con el etilómetro. La Guardia Civil ha efectuado este año 90.657 pruebas de alcohol, por 2.046 de psicotrópicos.

Los detectores de estupefacientes «son todavía caros» y el procedimiento hasta que el aparato indica si hay un positivo «es todavía demasiado largo», en torno a 15 minutos. Ambas circunstancias explican que el volumen de tests sea todavía muy bajo en relación a las alcoholemias. «Pero se producirán avances tecnológicos que corrijan este desfase, no hay más que recordar que hace unos años los etilómetros eran unos armatostes y se tardaba mucho», vaticina Galán. Asimismo, advierte de que ya hay aparatos de pequeño tamaño, «lo que permite llevarlos en las motos de la Benemérita», algo que también contribuirá a generalizar estas pruebas en la carretera.

Exactamente uno de cada tres conductores que son sometidos a la prueba de drogas da positivo (33,67%), según los datos de este año. El jefe de Tráfico advierte de  que las pruebas de estupefacientes son más selectivas que las de alcohol, debido a que hay que emplear mucho más tiempo hasta la obtención del resultado. Es decir, los agentes eligen conductores en los que observa síntomas de haber fumado un porro o de ir ‘puestos’ de cocaína. Las de alcoholemia, por el contrario, son aleatorias. Por ello «no se puede decir que un tercio de los conductores van drogados», alerta. Con todo, Galán señala que se trata de una «proporción extremadamente alta». Por cierto, en estas fechas el Instituto Armado y las policías locales intensificarán los controles tanto de alcohol como de sustancias psicotrópicas.

A pesar de las dificultades para incrementar la realización de estas pruebas, la evolución ha sido significativa desde 2013, cuando se empezaron a hacer en España.  En ese año solo fueron realizados 73 en la provincia, mientras que en este se han superado ya los dos millares.

Los agentes practican dos análisis a los conductores para la detección de drogas. El primero, indiciario, se lleva a cabo con un colector -un tubo de plástico con receptor de líquido- que hay que chupar durante unos minutos. Quienes han consumido necesitan tiempo, porque uno de los síntomas es la sequedad de la boca. Esta muestra se introduce en el denominado drug test, que es el aparato que indica si da positivo y en qué sustancias -cocaína, opiáceos (heroína), benzodiacepina (somníferos), cannabis, anfetaminas (speed) o metanfetamina (cristal)-. Esta máquina expide un ticket que detalla la presencia de estas drogas en el organismo de la persona. Después se realiza un segundo test, que se denomina de contraste. En este caso hay que chupar un bastoncillo colector, cuya muestra es enviada al Laboratorio Echebarne (Barcelona), que se encarga de dar validez al análisis previo y que mide en nanogramos la cantidad de droga ingerida o inhalada por el conductor. Estos bastoncillos viajan a la capital catalana introducidos en unos termoviales -petacas congeladoras- que transporta la empresa suministradora de los instrumentos de medición hasta el laboratorio.