Frenazo industrial por la incertidumbre política y europea

G. Arce
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Nadie habla de recesión y menos de destrucción de empleo; todos los sectores consultados insisten en que, por ahora, es solo una «desaceleración» en un clima de «gran incertidumbre» que se prolongará este año de «crecimiento desacelerado»

Frenazo industrial por la incertidumbre política y europea - Foto: Alberto Rodrigo

La economía burgalesa lleva más de seis meses frenando, aunque es una desaceleración en la inversión lenta y amortiguada por la inercia de los últimos dos años de crecimiento intenso. «Un trasatlántico necesita tiempo y espacio para detenerse...», ilustra uno de los expertos consultados. Pero la situación a la que se abocan muchas industrias locales, grandes, medianas y también pequeñas, empieza a preocupar seriamente al empresariado. Nadie habla de recesión y menos de destrucción de empleo; todos los sectores consultados insisten en que, por ahora, es solo una «desaceleración» en un clima de «gran incertidumbre» que se prolongará a lo largo del presente año de «crecimiento desacelerado» y que, si todo sigue igual, se hará aún más patente en 2020 y 2021. La apertura de un calendario de dos meses (abril y mayo) de elecciones nacionales, europeas, regionales y municipales provoca vértigos, aunque no tantos como los resultados que puedan salir de las urnas «y que puedan dejar las cosas como están o peor aún...».

Hay unas realidades ya evidentes en los últimos meses en la economía local: las solicitudes de financiación para acometer nuevos proyectos empresariales ha descendido del orden del 40% interanual; la subcontratación en la industria manufacturera a través de ETTse mantiene «al ralentí»; las consultas para alquiler de naves o compra de suelo industrial se han desplomado, al menos en las oficinas de la Asociación de Empresarios de Villalonquéjar; la «cautela» impera a la hora de firmar presupuestos en talleres y suministradores de material; el ritmo del comercio exterior sigue a la baja y se confirma que hay proyectos de inversión de empresas nacionales y multinacionales que han quedado aparcados temporalmente «porque no estamos seguros de la evolución de la economía y no nos queremos pillar las manos...».

Todos fijan el desencadenante de cambio de tendencia en la famosa crisis del diésel, desatada por una desafortunada campaña del Gobierno contra unos motores de combustión y una tecnología en la que España y Europa en su conjunto es puntera. Pero Ramón Sobremonte, director general de Caja Viva-Caja Rural, apunta a un panorama «mucho más complejo».

europa. En primer lugar, nuestro principal cliente, la Unión Europea (que consume más del 70% de nuestras exportaciones) cuenta ya con socios en clara recesión, como Italia, y otros inmersos en una fuerte desaceleración, como es el caso de Alemania. Ambos mercados se sitúan entre los 5 primeros compradores de mercancías locales. En datos definitivos de 2017, sumaron 428 millones de euros sobre los total de los 3.130 exportados en el citado ejercicio.

«El incremento de la demanda interna en España ha vuelto cómodas a muchas empresas que se han retraído del exterior, especialmente las pymes. Creo que hay que volver a explorar nuevos mercados para impulsar las exportaciones», afirma Ignacio San Millán, director de la exportadora Asercomex, que ha visto como entre sus clientes -la industria manufacturera, principalmente- crecen las «precauciones». «Mientras nosotros estamos preocupados, muchas inversiones en la automoción se están trasladando a los parques de proveedores ubicados en Marruecos y eso está haciendo mucho daño...», advierte.

Luego está el Brexit, la tormentosa salida del Reino Unido de la UE, más de 134 millones en ventas en 2017. «Estamos ante un mercado muy importante para fabricantes de maquinaria locales, que están muy sensibilizados con lo que está ocurriendo en Londres. El Brexit no solo cambia el statu quo de un buen cliente, sino que redirecciona todas las estrategias comerciales de la competencia: eso lleva a sopesar mucho nuevos proyectos de crecimiento», dice un experto en el sector de la maquinaria.

Pero el suelo no solo se mueve bajo estos fabricantes, sino bajo todo el tejido económico local. «Nos enfrentamos a países emergentes, como China o India, que juegan a distintas reglas políticas, sociales, económicas y que tecnológicamente son capaces de enviar una nave a la cara oculta de la Luna. Ya no hay tal ventaja tecnológica de la que presumíamos».

Por si fuera poco, reflexiona el directivo financiero, estamos inmersos en una disrupción tecnológica «que está destrozando la forma de entender los negocios de muchísimos de los sectores». Puede sonar a un fenómeno lejano a Burgos, pero ya se empieza a vez esta cambio en el sector del taxi, las finanzas o el comercio. ¿Cómo explicar si no el apagón de luces en los escaparates de las tiendas locales mientras las ventas por internet crecen a un ritmo del 30% anual?

AUTOMÓVIL

Los cambios también llegan a la automoción y ya se han notado en 2018: paradas de plantas de la industria auxiliar y congelación de la contratación en las ETT. «Es una incertidumbre global, provocada por una nueva forma de entender el automóvil y no tanto por la elección gasolina o diesel. Tenemos una industria muy buena, pero asentada en un sector en el que se está produciendo un cambio enorme y que todavía no está claro».

Un empresario del sector, Miguel Ángel Benavente, director de Casple y presidente de FAE, resume lo ocurrido:«2018 iba camino de ser un año histórico para la automoción, se ha quedado en un buen año. Solo hubo ocho meses buenos...».Su empresa se ha visto obligada a paralizar inversiones. «Cuando te planteas generar inversión es porque tu capacidad de trabajo se va saturando;si las ventas bajan y te avisan que suben los impuestos, ocurre lo contrario».

El empresario aclara que aún no se ha llegado a destruir empleo (nadie menta la sigla ‘ERE’), pero tampoco se crea y el recurso a la subcontratación a través de ETTsigue «congelado». «Si las ETTno crecen es porque la producción está descendiendo», añade Benavente.

Pese a este panorama tan confuso, el director de Caja Viva-Caja Rural mantiene su apuesta por el optimismo: «El tejido industrial que ha sobrevivido a la crisis está humanamente mejor gestionado, las empresas están mejor dimensionadas y estructuradas, mejor financiadas y el empresariado es más prudente en la gestión de costes. No vamos a volver a 2018».

Sobremonte estima que la financiación de los nuevos proyectos empresariales ha caído en torno al 40% interanual. Aunque este capítulo solo supone un 15% del total de la financiación global de la economía (consumo, circulante, créditos...), ámbito en el que «aún es fuerte». No obstante, la caída de la in versión es un «aviso claro» de lo que está por venir.

política. Benavente ve por su parte que la debilidad política del Gobierno y la crisis catalana han tenido reflejo en la trayectoria empresarial. «Los presupuestos que había sobre la mesa -finalmente rechazados- suponían más impuestos para las sociedades, les restaban competitividad y les han obligado a replantearse inversiones. Son decisiones muy dañinas para la tesorería de las empresas».

«No tenemos expectativas claras, máxime en un escenario de elecciones y con un Gobierno débil. Las empresas van con el freno de mano puesto porque tienen dudas y más gastos...».

El anuncio de elecciones generales para el 28 de abril, que este viernes realizó el presidente del Gobierno «paraliza la economía y, con los precedentes que llevamos, si vuelve a salir un Gobierno débil lastramos aún más la confianza del inversor para los próximos años».

Los sindicatos consultados, CCOO y UGT, coinciden en que hay incertidumbre política y también  desaceleración económica. Lo achacan a la falta de inversión empresarial y al bloqueo que los empresarios provocan al no trasladar sus beneficios a los salarios, impulsores de la economía. «El calendario electoral nada tiene que ver con una negociación colectiva que transcurre con normalidad», señala Ángel Citores, secretario general de CCOO, «que una democracia como la nuestra tiene que estar acostumbrada a las elecciones».

Su compañero en UGT, Pablo Dionisio Fraile coincide en que hay un «cierto estancamiento económico» pero los trabajadores «están tranquilos». «Creemos que el 28 de abril contribuirá a colocar a cada cual en su sitio...».