«Aparentemente el barco a simple vista está bien», explica uno de los gerentes de Carrecalzada. Una de las principales preocupaciones que se tenían era ver cómo había aguantado el casco del San Carlos de Abánades el paso del tiempo, pero los primeros indicios arrojan que lo ha sobrellevado de muy buenas maneras. El único inconveniente que han detectado ha sido un torcimiento de la timonería.