Los lugareños, a los que molestó que se marchara sin despedirse, no sabían que había emprendido un viaje para unirse al Daesh en Siria. La Policía estima que comenzó a leer propaganda islamista en su última época en la localidad burgalesa, donde los habitantes recuerdan que pasaba muchas horas conectado a internet y que le pareció mal que se organizara una alubiada para ayudar al país asiático.