«Ni quiero ni voy a especular con esto». Vayan por delante esas palabras del nuevo dueño de los moldes de algunas de las esculturas más importantes de la historia de la Humanidad. Vayan porque es posible que estas líneas despierten la imaginación del lector, que acaso se viera tentado de encargar un Patio de los Leones para la finca familiar o una Venus de Milo para lustrar el recibidor de casa.