Pese a la espectacularidad del siniestro, el humo y el despliegue de coches antiincendios, las llamas no ocasionaron más que daños materiales en unos inmuebles adosados que desde hace tiempo sólo suponían un peligro para sus inquilinos ocasionales. De hecho, las ventanas estaban selladas con ladrillos y una valla metálica delimitaba las casas, una de ellas tenía su fachada parcialmente derruida.