Desde que el vecino acudiera a un pleno para poner de manifiesto la situación, saltó a la palestra la evidencia de que el consistorio de Aranda no tiene un plan que regule las zonas en las que está prohibido aparcar y, por tanto, se desconoce si todas las líneas amarillas que hay en el municipio han sido delimitadas por trabajadores municipales o si algunas han podido ser pintadas por particulares