Entre salmos, maitines y oficios la docena de monjas clarisas de Belorado llevan unos años revolucionando el mundo del chocolate. Elaboran con mimo y esmero trufas, bombones, rocas, palitos... y otros dulces de alta gama que incitan a la gula. Con su venta contribuyen al mantenimiento de este monasterio y ayudan a los muchos gastos del convento de la orden en Derio (Bilbao).