Económicamente estaremos mejor, pero demográfica y socialmente, la provincia es la viva estampa de una viejecita encorvada con una bolsa de la compra cuyo peso a punto está de vencerle, rodeada de vehículos que circulan echando humo y madrileños que disparan fotos a la Catedral sin que nadie se ofrezca a echarle una mano para subir las 90 escaleras que la separan del 6º sin ascensor en el que vive