Los concursos de acreedores provocados fundamentalmente por la crisis inmobiliaria no solo dejan tirados por el camino sueños de muchas familias, proyectos empresariales que costó levantar toda una generación, cientos de empleos o heridas urbanas sin fecha de curación. También están generando una notable deuda con las administraciones que en el caso del Ayuntamiento de Burgos no para de engordar.