Dice el alcalde, Javier Lacalle, que es «la principal petición del día a día», el asunto que más ciudadanos le trasladan de forma insistente «con no menos de dos o tres casos» cada jornada. La presencia de bicicletas en el tramo principal del Espolón y los sustos, molestias e incidentes que unas pocas de ellas generan entre los viandantes ya le dieron quebraderos de cabeza a su predecesor en el cargo, Juan Carlos Aparicio, y a la vista está que las medidas ‘blandas’ adoptadas hasta el momento no han surtido efecto.
En su día se difundió públicamente que los vehículos de dos ruedas debían utilizar la franja pintada en el Paseo Marceliano Santa María, junto al muro que limita con el Arlanzón. Incluso se repasó la pintura, la última vez en agosto del año pasado, pero no ha resultado práctico porque ni los ciclistas se ciñen generalmente a esta zona ni los peatones lo respetan, pues son habituales las invasiones también por su parte.
Así las cosas Lacalle ha decidido que «coincidiendo con el inicio de las fiestas de San Pedro», en torno por tanto a los últimos días de este mes, la situación va a cambiar. Emitirá una resolución de Alcaldía en la que se prohibirá expresamente la circulación de cualquier vehículo por la zona principal del Espolón, de forma que se obligará a todos los ciclistas a pegarse al río.
El alcalde dice ser «un firme defensor de la bicicleta, de su uso en la ciudad y soy el primero en utilizarla, pero hay que separar los tráficos» para garantizar la plena tranquilidad de los peatones porque «por más que hemos hecho recomendaciones y propuestas ha sido imposible». El mandatario municipal asegura que no quiere más «confrontaciones y caídas», de las cuales «alguna ha sido especialmente grave con resultado de hospitalización», así que apuesta por esta medida como forma de asegurarse lo que denomina como «convivencia pacífica».

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