La noticia, que sobrecogió a los burgaleses, tuvo impacto nacional. Sucedió en noviembre. Los cacos consiguieron esconderse poco antes del cierre, posiblemente en la Capilla de los Condestables, lugar en el que perpetró otro de los hurtos y se llevaron piezas seleccionadas, lo que llevó a los investigadores a pensar que se trataba de un robo por encargo de un empresario del mercado negro del arte.