Puede que, si todo va bien, si la documentación antigua es correcta y si nuestros antepasados tuvieron cierta sensibilidad con los vestigios solariegos de uno de los hijos más ilustres de esta tierra, dentro de unos meses el Solar del Cid sea algo más que un monumento de finales del s.XVIII y Burgos pueda mostrar a todos los turistas los restos originales de la hacienda del que en buena hora nació