En 2008, Semat trasladó su parque hasta Villalonquéjar y se desató la tormenta en el kilómetro 3 de la carretera a Valladolid, nada más pasar las ya extintas vías del tren. La empresa que llevaban Mari Carmen y sus hermanos, relacionada con el mundo del metal, aguantó el envite hasta 2013, cuando la crisis se la llevó por delante. «Me quedaba sola en la oficina y me cerraba a cal y canto», admite ella. El abandono automático de la instalación municipal hizo que se convirtiera, con el paso del tiempo, en un nido de mangantes y oportunistas. «Se han llevado absolutamente todo. No queda nada», explica Mari Carmen.Aunque el Ayuntamiento, tras años de quejas, tapió todas las entradas posibles al recinto, aún sigue llegando gente hasta allí para desprenderse de restos de escombro o desechos.