«'50 sombras de Grey' fue un Corín Tellado algo subido de tono»

Javier M. Faya (SPC)
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Polémica. Con 49 años, sus libros se han traducido a 20 idiomas. Con muchos detractores y admiradores, no deja a nadie indiferente, sobre todo a los periodistas, con los que no se lleva demasiado bien

 
Miembro de la cofradía de los indignados por las elecciones del 26 de junio y antitaurina convencida, Lucía Etxebarria, como Atila, no deja crecer la hierba allá por donde pasa. Buceando en internet no es raro que protagonice alguna polémica. La última, una enganchada con un seguidor de Twitter que se burlaba de ella por ser superdotada. «Lo soy, y mi hija también, y tú me odias», se despachó la valenciana, que luego acusó a Podemos de estar detrás. Ahora acaba de publicar Más peligroso es no amar (Aguilar), un libro -el número 23- en el que explora el fenómeno del poliamor y otros modelos de relación que ponen en entredicho muchos mitos sobre el amor romántico. 
¿Qué pretende con este libro?  Parece una novela, un informe...
Es un género híbrido:ensayo literario. En los países sajones y en Francia es muy común. Dado que yo soy novelista, no quiero darle al lector un ensayo aburrido, quiero que lo siga como una novela.
¿Cómo se ha documentado?
Hay mucha documentación externa de informes o estudios elaborados por otras personas. Mi propia investigación se centró en unos cuantos cientos de charlas virtuales con gente que ligaba por internet, y en entrevistas a personas que vivían en España en situaciones de poliamor estables. Es decir, que llevaban varios años así, no que habían entrado como si fuera una moda
Recientemente, Anna Gabriel, diputada catalana de la CUP, habló de tener hijos en grupo, de que los criara la tribu...
Yo tengo una hija. Su padre vive fuera y lo ve, como mucho, una vez al mes. No tengo padre, ya falleció, y mi madre tiene 90 años y apenas puede moverse. Para que yo pueda trabajar, dar conferencias, ir a la radio, y ganar dinero para mantener a esa niña ( porque la mantengo yo), cuento con una red de amigos que la cuidan si hace falta. En cierto modo, yo ya he puesto en práctica las teorías de la señorita Gabriel. Y, a día de hoy, ese es el sistema tanto de los kibutzs israelíes como de muchas otras organizaciones. No entiendo la polémica que se ha montado.
Parece que a raíz de 50 sombras de Grey se multiplican los relatos de novela erótica de corte explícito, pseudopornográficos y sin pseudo. De hecho, muchas mujeres se interesaron por la lectura. ¿Qué denota eso?
Que la idea del amor como dominación y sumisión, desgraciadamente, sigue muy presente en nuestro imaginario colectivo. Las relaciones con la ama pueden ser de muchas maneras, pero que un tío te ponga un GPS para tenerte siempre localizada no se llama amor sino control enfermizo, abuso emocional. Es una forma de maltrato. El libro, por cierto, no me pareció erótico. No había sexo anal, ni tríos, ni nada más que BDSM (grupo de prácticas y fantasías eróticas) muy light. Era una especie de Corín Tellado un poco más subido de tono. 
¿Es la monogamia una imposición cultural?
A día de hoy, diez de cada siete matrimonios en España se divorcian antes de que pasen 10 años. De los tres que quedan, el 50 por ciento son infieles, y un 10 viven algún tipo de acuerdo poliamoroso. Así que apenas una de esas 10 uniones se mantiene en la monogamia durante una década. ¿Responde eso a su pregunta? 
¿Es internet el gran vehículo de las infidelidades?
La persona que es infiel lo va a ser con internet o sin él. Es cierto que algunas aplicaciones se lo ponen fácil. Pero la persona transparente y honesta lo es siempre, por mucho internet que use.
Parece que ganan por goleada los homosexuales a los heterosexuales en lo referente a medios tecnológicos para encontrar el placer rápido.
No. De la misma manera que existe Grindr o muchísimas aplicaciones para acordar encuentros homosexuales por internet o desde el móvil, existe Tindr y muchas otras aplicaciones para heteros. 
¿Se miente demasiado en internet? ¿Más ellas que ellos?
Mucho más ellos. Está demostrado. En mi libro se explica claramente el cómo y el porqué. 
 En su libro dice que una mujer de caza prefiere a alguien conocido (trabajo, Facebook...) y un hombre no. ¿Por qué?
No me gusta eso de una mujer de caza. Si te refieres a que a la hora de buscar un compañero sexual vía internet, las mujeres heterosexuales prefieren a alguien conocido, se trata de una cuestión de seguridad. Una mujer que queda con un hombre desconocido sabe de sobra que hay posibilidades de que puedan violarla, abusar de ella, golpearla, robarla... Un hombre, a no ser que quede con Lara Croft, no se suele encontrar en posición de inferioridad física. Por eso las mujeres intentan quedar en sitios públicos y con alguien del tengan algo más que información que una cara y cuatro conversaciones de chat.
¿Crees usted que, en el fondo, somos bisexuales en el fondo?
No hay duda de que existe una discrepancia entre lo que sucede en la mente de cada persona y lo que pasa mientras tanto en el cuerpo. Ahora, los científicos deben plantearse qué se quiere decir cuando se habla de deseo.