Como si fuera el Míster Marshall de Berlanga, la Asociación de Libreros preparó una comitiva para recibir a Esquivias en la estación con pancartas, música, una pareja vestida de época y un viaje en el tren turístico. No era necesaria una excusa para que amigos y lectores le dieran una ovación por ser como es, pero haber obtenido el Premio Castilla y León de las Letras vino como anillo al dedo.