La mitad de su cuerpo ya no le responde y el brazo derecho ha comenzado a flaquear. «Pero todavía puedo hablar. Y la comunicación es muy importante para los afectados por la ELA», dice Alejandro intentando ver siempre algo positivo al cruel desafío al que se ha visto abocado desde hace unos pocos años. «Intento ser el mismo sin enfadarme con el universo», afirma.