El Mirandés no levanta cabeza. En lo futbolístico es un equipo endeble en defensa e inoperante en ataque, pero además no tiene alma. Lo segundo es casi más preocupante porque la imagen que transmite es la de un conjunto abatido, que baja los brazos ante el mínimo contratiempo y que parece asumir con resignación su destino. A Claudio le queda mucho trabajo y a los jugadores, cambiar su actitud.