Es difícil escapar de las dantescas imágenes de Amatrice, sacudida esta semana por un terrible terremoto. Cualquier seísmo genera estampas de desolación, ruina y dolor. Aunque la Red Sísmica Nacional cataloga el primer terremoto registrado en Burgos en el año 1939, en Villarcayo (4,3 grados en la escala Ritcher), se tiene noticias de un temblor de tierra muy importante casi 100 años antes, en 1848