La sangría de la despoblación

R.P.B.
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Tras más de veinte años viviendo en soledad, Miguel, el último vecino de Hierro ha cambiado su aldea, que ya está deshabitada, por una residencia en la que afirma sentirse feliz.

Miguel resistió heroicamente durante más de 20 años en la más absoluta soledad. La casa en la que hace un año recibió con sorpresa y alborozo nuestra llegada (hacía más de 10 días que no cruzaba palabra con nadie) se encuentra ya cerrada a cal y canto salvo por un pequeño hueco en la base de la cancela, portillo que emplea el gaterío para entrar y salir con libertad. Miguel ha pasado a mejor vida.