"Le quedan pocas trincheras al periodismo en la televisión"

ESTHER MOLINERO (SPC)
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Curtido en mil batallas y con la vocación intacta, el navarro David Beriain estrena nueva temporada de la serie documental 'Clandestino', que cada miércoles emite el canal DMAX a las 22,30 horas. Viajará a Venezuela, Nápoles, Libia, México, EEUU...

Ahí donde le ven a David Beriain, un hombretón del norte que a sus 41 años lleva 16 dando visibilidad a diferentes conflictos bélicos y desentrañando zonas de violencia con aparente tranquilidad, confiesa que pasa miedo y que sigue al pie del cañón con verdadera pasión y humanidad.

Satisfecho con el trabajo realizado, desea que quien lo vea ejerza la empatía y lo disfrute cada miércoles a las 22,30 horas, durante las seis entregas que DMAX emitirá seguidas.

¿Qué novedades trae esta segunda temporada ?

Por primavera vez hemos traído la serie a Europa y hemos estado en Nápoles con la Baby Camorra, y también hemos grabado las mafias de Albania.

Arrancamos con el negocio del secuestro en Venezuela, seguiremos con armas para el cartel, un capítulo que comienza en Arizona, pasa por México, regresa a EEUU... Llegaremos a Guatemala, El Salvador o Colombia, donde se extiende el negocio de las armamentística y cerraremos con Herederos de Pablo Escobar, sobre los nuevos líderes del narcotráfico en Colombia. 

Los capítulos tendrán ahora una duración de 90 minutos. ¿Cargados de adrenalina y de cruda realidad?

Yo creo que sí, pero sobre todo queremos que hagan el viaje con nosotros. Clandestino es un programa humanista donde encontrar luz y humanidad en los lugares más oscuros.

Mostramos realidades donde normalmente no tenemos nada que ver, pero que entre todas configuran el mundo donde vivimos. Los tráficos ilegales dan de comer a millones de personas en el mundo y ellos representan una economía sumergida mayor muchas veces a la renta de algunas superpotencias.

Creemos en la empatía y en la voluntad de entender, que eso no tiene nada que ver con apoyar o defender la actividad delictiva que se hace. 

¿Cuánto tiempo y gente hay detrás de cada emisión? 

Hay un año. Este programa lo hace un equipo de 25 personas, de las que solo soy el careto más viejo y feo que da la cara, pero hay muchos profesionales trabajando mucho. Se requiere producción, documentación, entrevistas, visitas a sitios difíciles... 

Tal vez por eso no tengan cabida este tipo de programas en las cadenas generalistas que apuestan por otro tipo de espacios.

Son muy caros, se tarda mucho tiempo en hacerlos y son complicados de llevarlos a cabo, sobre todo cuando lo intentas hacer con el sentido de ambición, de estar en los sitios. Eso es mucho dinero.

Además, no creo que le queden muchas trincheras al periodismo en televisión. Estamos convencidos, humildemente, y que se nos perdone el atrevimiento, de que ésta es una de las trincheras, y por eso vamos a defenderla hasta la última bala. Y, ¿cómo se defiende? Pues trabajando mucho en equipo. 

¿Ha pasado alguna vez miedo entrevistando a alguien? Porque no lo parece, transmite mucho aplomo.

Yo siempre siento miedo. No soy una persona valiente o que tenga mucho valor. Es más, reivindico el miedo. Es un mecanismo de alerta temprana que te avisa de que no deberías estar aquí. ¡Nadie debería estar ahí! El día que deje de tener miedo será que algo se ha roto.

El miedo me recuerda que tengo cosas que perder, que tengo que volver. Personas que si yo no vuelvo, las haría daño. Tengo una responsabilidad. Además, abogo por el miedo por otra razón. Que no creo que el titular que tenga que ofrecer o la conclusión de trabajar en estos temas sea «¡Vaya huevos que tiene este periodista!» Eso me parece un error. Yo no quiero participar en eso. La magia de esta profesión está en cualquier especialización del periodismo y por cierto, la de los conflictos, no es la más difícil. A mí me parece más complicado hacer información local. Lo he hecho en algún momento y todos sabemos que hacer periodismo en el lugar donde vives, donde está tu familia tiene unos costes mucho más altos a irte a un sitio, contar una historia y luego irte. 

¿Y cuáles son sus armas como periodista de conflictos?

La mía es una especialidad del periodismo y como todas, necesita una preparación, un conocimiento técnico. La magia de esta profesión es ponerse en la piel del otro. Es contar sus historias y lo que ves. Ser transmisores de los demás.

Yo me tomo mi trabajo como la resolución de una ecuación: cuánto riesgo asumo, cuánto resultado, cuánta historia voy a recibir. Y mi trabajo es conseguir el testimonio de los demás y minimizar el riesgo. Nos tomamos esto como algo que tenemos que hacer para conseguir que se expresen. 

Clandestino es un programa de acción pero la parte de la que más orgullosos estamos es de las conversaciones, de los testimonios. Cuando esas personas abren su corazón y te cuentan quiénes son y por qué hacen lo que hacen es impresionante. Es ahí donde está la magia de este programa que se emite en 50 países. 

¿Beriain sigue en pie de guerra? 

Pues sí, porque creo que es la manera de mantenerse vivos. La lucha es la esencia de la vida. Los seres humanos siempre tenemos que tener algo por lo que luchar. Yo siempre lo he sentido así. Yo la digo a mi mujer: «dime lo que te hace feliz y yo lucharé por conseguirlo». Yo necesito luchar y estoy en pie de guerra en el mejor sentido de la palabra. 

La Yihad de verdad, el sentido estricto es la lucha de todo musulmán por ser mejor persona, la mejor versión de sí mismo. Aunque luego está la otra Yihad que tiene otra acepción. Yo estoy en pie de guerra para ser la mejor versión de mí mismo, por honrar esta profesión que ahora mismo tiene tantos interrogantes y que se cuestiona su futuro. 

¿Qué parte daría de ella?

Yo siempre reivindico desde el convencimiento. El futuro de la profesión periodística está en su pasado. En recordar las cosas que la hicieron grande, en saber lo que la hizo útil para la sociedad, en su servicio.

A veces parecemos escribas medievales. Debemos ver, escuchar, pensar, contar de la forma más documentada y ecuánime posible y ya está. Esta profesión no necesita reformulaciones. Este trabajo lo que requiere son medios, menos precariedad, respeto, integridad y servicio. 

¿Se conseguirá algún día la paz?

Creo que no. La guerra habita con nosotros. Está latente y hay que aprender a vivir con ella y sujetarla.