Su zurda y su desborde le llevaron a formar parte de la mejor cantera del mundo durante más de 2 años, pero decidió marcharse buscando nuevas oportunidades. Esa salida y las graves lesiones acabaron marcando su trayectoria, aunque, 25 años después, no se arrepiente de nada. Es la historia de Jesús María Gutiérrez, Chusma, el único burgalés que ha vivido en La Masía. Como todos los niños en España, comenzó a jugar en las canchas de su barrio. Después, siguió fraguando su sueño en el Vadillos y en el Real Burgos. Con 15 años se interesaron por él «el Oviedo, el Sporting, el Valencia, el Real Madrid y el Barça. Me decidí por La Masía pese a que tengo el corazón merengue», cuenta.Más sobre esta historia, en la edición impresa o aquí.