Antes de que Ignacio se quitara el sombrero para siempre, ambos artistas habían convenido hacer una exposición conjunta que tendría como único tema los gallos; esos animales que Ignacio del Río sublimó sobre el lienzo porque jamás olvidó la estética ni el movimiento de aquellos que tantas veces vio pelearse durante su estancia en la República Dominicana.