El cuento de nunca acabar

L.M.
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El abandono y mal estado de la antigua fábrica Lejía El Cid, en el barrio de El Crucero, trae de cabeza a sus vecinos, tanto por los okupas como por el mal olor que desprende, sobre todo en verano

Hace unos 20 años que la fábrica Lejía El Cid cerró, pero sus almacenes se han convertido desde hace 10 en un nido de okupas. Según varios residentes de los pisos cercanos, las fiestas hasta altas horas de la madrugada los sobresaltaban día tras día -llegaron a estar de juerga hasta las 12.00 h. en Año Nuevo- además de las constantes llamadas a los Bomberos por columnas de humo que salían de las naves. Esta actitud, explican desde el barrio, parece haberse calmado los últimos años, ya que apenas hay incidentes, aunque siguen habitando estas ruinas, que amenazan con venirse abajo, y de las que se desprende un muy mal olor por la acumulación de basuras y suciedad, algo que preocupa sobre todo en verano. Más en la edición impresa o aquí