Ha pasado más de un año pero las ramas siguen crujiendo cada vez que sopla el viento y recuerda lo que pasó en los patios del cementerio de San José. En febrero de 2017 un temporal destrozó casi una treintena de sepulturas cuando varios árboles se partieron, las ramas golpearon con fuerza las cruces y las lápidas, algunas quedaron rotas en mil pedazos y otras visiblemente torcidas. Fueron daños muy aparatosos pero más por su impacto emocional para las familias afectadas que por su cuantía: cinco meses después quedó valorada en apenas 15.000 euros para 26 tumbas afectadas, y sin embargo sigue sin arreglarse.Más en la edición impresa