La crisis convirtió a la banca española en la mayor inmobiliaria de la historia del país. Ya lo era, pero travestida bajo toneladas de crédito firmado a promociones y particulares que no siempre acabaron bien. El embargo -ejecución de la garantía- de esos edificios y los miles de desahucios dictados en la última década a familias que no podían afrontar su hipoteca sacaron a la luz una realidad conocida pero disimulada: nadie tiene más pisos que la banca.