Mil recetas para celebrar

Maricruz Sánchez (SPC)
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Con 70 años a sus espaldas, 50 de ellos pasados entre fogones, Karlos Arguiñano sigue demostrando que es un chef con estrella

Mil recetas para celebrar - Foto: Juan Herrero

A las puertas de su emblemático restaurante en Zarautz, con una copa de txakolí cosecha propia en la mano y sentado frente al mar. Así recibe Karlos Arguiñano a la prensa en el templo gastronómico que lleva su nombre en la localidad guipuzcoana. Como se da la bienvenida a los amigos, con una sonrisa pintada en la cara y buenas viandas. Un año después de la publicación de su último libro, La alegría de cocinar, el chef acaba de sacar otro del horno: 1000 recetas de oro. Su última colaboración con la editorial Planeta, con la que el vasco trabaja muy a gusto y con la que tiene en mente lanzar en un futuro próximo una obra específica de pintxos. 

«Tengo muchas propuestas de tapas apuntadas en libretas. En realidad, el trabajo consistiría en seleccionarlas», aclara risueño. Pero resumir no parece lo suyo, a la luz del millar de platos que plantea en su nuevo volumen. Un compendio de ideas sencillas y exquisitas que tienen un denominador común: el cariño y el buen producto, el autóctono. Porque Arguiñano es un reconocido adepto de la cocina de temporada y cercana. Y en eso, como en todo, predica con el ejemplo.

Acaba de cumplir 70 y suma medio siglo entre fogones. Unas bodas de oro gastronómicas que celebra cada día como más le gusta: rodeado de los suyos y con alegría. Porque el buen humor es un ingrediente que no puede faltar nunca en su despensa. Ni tampoco la ilusión por lo logrado, con una trayectoria exitosa que no tiene desde finales de los 80 el ansiado reconocimiento de la Guía Michelín, pero que no le priva de ser un hombre con estrella. Cuando empezó a triunfar en televisión, y ya lleva más años en antena que el mismísimo Jordi Hurtado, los expertos de Michelin le retiraron el astro que ostentaba. Algo que no preocupa al vasco, satisfecho con las decisiones tomadas en el pasado. «En su día me dolió perder la estrella, porque parece que das peor de comer. Pero como no es verdad, seguí adelante», apunta.